Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


831
Legislatura: 1876-1877 (Cortes de 1876 a 1879)
Sesión: 18 de mayo de 1876
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 63, 1552-1553
Tema: Constitución

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: Tiene V. S. la palabra para rectificar.

El Sr. SAGASTA: No me constaba ni sabía que el Sr. Candau estuviera ausente de Sevilla cuando el manifiesto se publicó. Y no es extraño que no lo supiera, porque yo venía de la emigración, y lo único que recuerdo es que cuando me dirigí de Córdoba a Sevilla, S. S. tuvo la bondad de salir a recibirme a una de las estaciones que hay entre Cádiz y Sevilla; de modo, que S. S. debió haber llegado muy poco después.

Yo creo que el Sr. Candau, al ver que la Junta había tomado acuerdos tan graves, si no hubiera estado conforme con ellos, no hubiera formado parte de la Junta; se hizo solidario de aquellas manifestaciones.

Y no tenía que indagar si el Sr. Candau estaba o no presente; el manifiesto y los documentos estaban publicados con la firma de S. S.; y puesto que no protestó ni emitió ninguna observación, repito que se hizo solidario S. S. de los acuerdos de la Junta, y tan responsable de ellos como la Junta misma.

Pero cree el Sr. Candau que le he atacado injustamente, que no ha dado motivo ninguno para el ataque, y no es exacto; y esto me importa dejarlo bien consignado.

Discutía el Sr. Candau con mi amigo el Sr. León y Castillo. Este digno compañero no había dicho una palabra siquiera ni de S. S. ni de ninguno de sus colegas de disentimiento, ni había para qué; y S. S. le contestó con ataques durísimos a la Constitución de 1869, con ataques como no se han dirigido por ningún señor Diputado (El Sr. Alonso Martínez: Doctrinales, y yo los he dirigido bajo mi firma.) Pues entonces aplíquese al Sr. Alonso Martínez lo mismo que he dicho al señor Candau.

Serán doctrinales; pero si decir que una Constitución, que es la base de un partido al cual se ha pertenecido y con la cual se ha servido, no ha estado en vigor, que ha estado violada y que es la causante de los desastres por que ha pasado este desgraciado país y hasta de la guerra civil; si afirmar todo eso no es atacar, no sé lo que es atacar. Y a eso añado yo que, aunque fuera verdad, no debían decirlo los que con ella han servido y los que de ella se han aprovechado. No he dicho nunca que era necesario variar la Constitución del 69, entre otras cosas, porque no me gusta tocar a las Constituciones, lo que he dicho, sí, en un espíritu noble de transacción a los que opinaban que la Constitución tenía algunos defectos fue, "pues veamos de corregirlos por los trámites que la misma Constitución determina." Esto lo decía, repito, en un espíritu de transacción, hasta el punto de que hablaba siempre de la reforma de la Constitución en la hipótesis de que tuviera defectos y decía: vamos a corregirlos con energía y con ingenuidad; pero nunca he profesado la doctrina de que era necesario reformar la Constitución del 69, porque creo que las Constituciones cuanto menos se tocan es mucho mejor.

¿Por qué, decía S. S., está el Sr. Sagasta tan ofendido de mí? ¿Por qué me ataca tan duramente? ¿Es porque he tomado otro camino? ¿Es porque cree que una cuestión de conducta nos ha separado y nos separa? Pues, Sr. Candau, esa cuestión de conducta está terminada. Su señoría, como nosotros, todos hemos aceptado la dinastía; nosotros ofrecimos al Gobierno para concluir la guerra civil. ¿Sostiene S. S. los mismos principios que nosotros sostenemos? Si no es más que una cuestión de [1552] conducta la que nos separa, y esa cuestión ha desaparecido, ¿por qué S. S. continúa en esos bancos y no viene a reunirse con nosotros en estos? Por lo demás? (El señor Alonso Martínez pronuncia algunas palabras que no se entienden.)

El Sr. Alonso Martínez podía pedir la palabra, y se evitaría el trabajo de interrumpirme. (El Sr. Alonso Martínez: No tengo inconveniente.) Por lo demás, no extrañe el Sr. Candau que haya hecho de él una excepción respecto de sus demás compañeros, porque él la ha hecho de mí. Su señoría y yo convinimos en ciertas declaraciones, y S. S., a pesar de haber convenido en ellas se separó luego? (El Sr. Candau: No es exacto.) No he tenido nada que ver con sus demás compañeros; han seguido su camino en uso de su derecho; pero con S. S. tenía yo otros lazos, como S. S. los tenía conmigo; esa es la diferencia que hay entre S. S. y sus compañeros.

Pero todo esto es pequeño. ¿Es una cuestión de conducta lo que separa a S. S. de nosotros? Pues esa cuestión ha desaparecido; venga S. S. a ocupar su antiguo puesto.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL